Sin privilegio especial
Hacemos bien en enfocarnos en la naturaleza abnegada del ministerio de Jesús en la tierra. No reclamó ningún privilegio especial como el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, Aquel que habló al mundo para que existiera. Más bien, sirvió a otros para su beneficio y la gloria de Dios a lo largo de su vida. La cruz es la máxima expresión de su servicio sacrificado. ¿De qué manera esta realidad te transforma a ti y a tu liderazgo?
En sus relaciones mutuas, tengan la misma mentalidad que Cristo Jesús: quien, en su naturaleza Dios, no consideraba la igualdad con Dios como algo para su propio beneficio; más bien, no se hizo nada al tomar la naturaleza misma de un sirviente, siendo hecho a semejanza humana. Y al verse en apariencia como hombre, se humilló al ser obediente a la muerte, ¡incluso a la muerte en la cruz! – Filipenses 2: 5-8
Oración:
Jesús, déjame amar, vivir y liderar como Tú, con sacrificio y obediencia, extendiendo el amor, la gracia, el perdón y el aliento de Dios a los demás. En tu nombre. Amén.