
Algunos podrían cuestionar la efectividad del estilo de liderazgo de Jesús. Los fariseos ciertamente no pensaban que Jesús tenía la perspectiva correcta sobre el liderazgo.
Puede ser fácil olvidar, especialmente si ocupamos puestos formales de liderazgo, que ser un líder no es nuestra identidad ni nuestra vocación. Somos primero hijos de Dios, llamados a seguir a Jesús.