Lectura: Lucas 8:22-25 (LBLA)
Y uno de aquellos días, entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y se hicieron a la mar. Pero mientras ellos navegaban, Él se durmió; y una violenta tempestad descendió sobre el lago, y comenzaron a anegarse y corrían peligro. Y llegándose a Él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Y Él, levantándose, reprendió al viento y a las olas embravecidas, y cesaron y sobrevino la calma. Y Él les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Pero ellos estaban atemorizados y asombrados, diciéndose unos a otros: ¿Quién, pues, es este que aun a los vientos y al agua manda y le obedecen? www.lbla.com
El pasaje es conocido. Jesús y sus discípulos en el mar. Jesús se duerme. Tormenta. Temor. Desesperación. Despiertan a Jesús. El Señor manda, y el clima obedece. Todo se aquieta.
¿Todo? No. El corazón de los discípulos experimenta un profundo recogimiento.
¿Quién es este? Un simple rabí, un profeta, no pueden mandar que el viento se calme o una tormenta cese. (Lee en Salmos 89:9)
La gran pregunta, siempre, es esta. ¿Quién es este?
¿Quién es Jesús? Es un maestro, pero no solo eso. Es un profeta, pero hay aún más. Todos aceptarían que Jesús es un hombre simpático, de barba, que enseña cosas lindas, pero Jesús es este que vemos, el que tiene autoridad incluso sobre las fuerzas de la naturaleza.
Jesús es Aquel que es desde el principio, que se hizo hombre por amor a nosotros. Jesús es Dios.
PARA PENSAR: ¿Quién es este? ¿Dejamos que sea La Palabra la que moldea nuestro conocimiento del Señor? ¿Cómo es el Jesús que compartimos?