Dios usa nuestros males menores para resolver nuestro mal mayor

Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa.

Lucas 8:41

¿Puede ser la voluntad de Dios que nosotros suframos o pasemos por algún episodio de dolor? La respuesta a esta pregunta puede ser chocante y tal vez no sea algo que estemos acostumbrados a escuchar, pero la respuesta es SI.
Dios en su soberanía puede permitir que nosotros pasemos por momentos de dolor, tristezas o sufrimiento y el hecho de que eso no suene comprensible para nosotros, no significa que Dios no esté llevando a cabo un plan que en el instante no vemos con mucha claridad.

La verdad es que es increíble la manera en que Dios usa los padecimientos para acercarnos a él. Este hombre de quién se habla en este conocido pasaje de las Escrituras, probablemente gozaba de una buena reputación entre los suyos; el texto nos dice que era un principal en la sinagoga, un miembro importante de la religión que tanto se oponía a Jesus, sin embargo, la enfermedad de su hija doblegó cualquier prejuicio para venir a Cristo. Si tienes hijos y los amas verdaderamente habrás experimentado eso alguna vez, cuando ellos enferman uno quisiera tomar su lugar. Es como si se tratara de nosotros, de modo que no hay nada que importe mucho en momentos como esos y menos la reputación.

Contrario a otros que venían a Jesús de noche para no ser vistos por sus colegas, este no reparó en postrarse públicamente ante el Maestro a plena luz del día.

El propósito de Dios al permitir los padecimientos va más allá de resolver los problemas que nosotros consideramos más graves; es mostrar su poder y traer finalmente la salvación del alma o disciplinarios a fin de ser moldeados a su imagen.

Dios estaba usando el sufrimiento de la Hija de Jairo como un pretexto para traer un favor mayor: la salvación de su alma. Ese es nuestro Dios, el mismo que hace que todas las cosas obren para el bien de aquellos que le aman.