Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.
Mateo 6:25
¿Habrá algo a lo que seamos más sensible que a nuestras necesidades económicas ? Cuando hablamos de [la falta] dinero, nos estamos adentrando en un terreno espinoso, o caminando sobre una delgada línea que separa la idolatría de la negligencia.
El Señor Jesús advierte en el texto anterior, que nadie puede servir a dos señores, por que amará a uno y aborrecerá a otro, de tal manera que nadie puede amar a Dios y a las riquezas (Mt 6:24) e inmediatamente llama, en el versículo siguiente, a tener contentamiento.
Cuando el afán y la ansiedad comienzan a gobernar nuestra vida y pronto abandonamos la calma que representa confiar en el Señor, en ese momento la campana que indica que estamos caminando en terreno ajeno comienza a sonar. La manera de saber si estamos sirviendo a Dios o a las riquezas, está en examinar la forma en que reaccionamos ante las necesidades elementales de la vida: comida y ropa.
Esto evidentemente no significa que debamos ser negligentes en cuanto al trabajo, lo cual es fatalismo, pues el que no trabaja, que tampoco coma. Más bien se trata de no estar afanosos. Generalmente el afán no trae paz, fomenta la contienda y la amargura, nos hace cuestionar a Dios y hasta puede estorbar nuestra comunión al no hacerla algo deleitoso para nosotros. Si estás cosas están presentes en nuestra vida, es porque hemos desplazado al Señor por otro dios que no es el verdadero: mamón.
Podemos confiar plenamente en el Señor. El que sustenta a las aves de cielo y viste los lirios del campo, mayor cuidado tiene de nosotros.
Pastor y plantador de iglesias en Santa Marta, Colombia, es Licenciado en Artes y Estudios Teológicos del Miami International Seminary (MINTS). Sirve como Director Editorial de Soldados de Jesucristo y como director de la fundación de Estudios Bíblicos Alfa y Omega. Jacobis además es miembro fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano. Está casado con Keila y es padre De Santiago y Jacobo.