El cordero de Dios que quita el pecado

Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. 23Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos.

 (Mr 14:22-23)

Tal vez la imagen más clara que tengas en tu mente de la Última Cena sea el cuadro pintado por Da Vinci, sí, ese de los rostros europeos perfectamente esculpidos. O tal vez sea el horrendo episodio de la traición de judas; pero este acontecimiento es mucho mas trascendente que los hechos que le rodean.

Era un costumbre establecida para el pueblo de Israel el participar de la fiesta de la pascua en la fecha señalada. Esta fiesta les recordaba a los judíos que ellos habían sido esclavos pero que habían sido librados con mano poderosa por Dios.

El pan sin levadura les recordaba la premura con la que tuvieron que dejar el país donde estaban cautivos, el fruto de la vid les recordaba el amargo de ese momento; pero había un tercer elemento que era imprescindible en la celebración; EL CORDERO.

No vemos un correo en la mesa cuando Jesús celebra con ellos la pascua, solo el pan y el vino, y hay una razón, él era el cordero; por eso él dice a los discípulos: comed mi cuerpo que por vosotros es partido.

Esta representación es poderosa si se considera lo que sucedió en Egipto, la sangre del cordero fue lo que hizo que el Angel de la muerte no entrara a las casas de los judíos, ellos debían manchar la puerta con esa sangre. Pero ahora, es por medio de la sangre de Jesús que nosotros somos librados del pecado y la muerte.

La Última Cena nos recuerda que él es el cordero De Dios que quita el pecado del mundo, el que se dio por nuestros pecados y el que ha alcanzado nuestra redención. Bendito sea nuestro salvador.