Confesión de Pecados
A menudo el pecado se alimenta de lo oculto y de lo secreto. Dios espera que nosotros lidiemos abiertamente con los pecados y que los confese, que no demos lugar al hecho de que ellos puedan crecer en lo oculto y lo vergonzoso.
A menudo el pecado se alimenta de lo oculto y de lo secreto. Dios espera que nosotros lidiemos abiertamente con los pecados y que los confese, que no demos lugar al hecho de que ellos puedan crecer en lo oculto y lo vergonzoso.
El matrimonio es una relación de unión que está antecedida de una separación. El hombre y la mujer dejan a sus padres, sus órdenes primarios de autoridad para construir una nueva familia. Ese es un desprendimiento natural, orgánico, pero necesario para el funcionamiento del matrimonio.
Dios no da los mandamientos a su pueblo para que ellos los obedezcan y reclamen como recompensa la salvación. El propósito de los mandamientos es hacer que el pueblo de Dios viva de una manera distinta a cómo viven las otras naciones. Dios quería que su pueblo, un pueblo que ahora era libre, viviera conforme a esa libertad. Y en efecto, estar libres no es estar exentos de cumplir la ley.
La predicación es el acto por medio del cual Dios encarga a hombres pecadores comunes y corrientes la noble labor de proclamar su mensaje. Esto es algo que demanda una gran responsabilidad, un llamado, pero también algo por lo que daremos cuenta en el día del juicio.
El bautismo es una respuesta al haber oído la palabra de Dios. Una vez escuchamos con fe y la palabra tiene el efecto en nuestros corazones y nos lleva al arrepentimiento, la consecuencia es hacer pública esa fe. La manera de hacerlo es dando un paso de obediencia a través de una confesión pública representada en el bautismo.
Aunque la bendición de Dios no se mide por las cosas materiales, en ocasiones Dios permite que sus hijos experimenten su bondad a través de beneficios en esta tierra. Dios es quien provee la riqueza y quien provee también el bienestar. Y no es malo que los hijos de él desean eso y experimentarlo y disfrutarlo para su gloria.
Dios ha establecido en su providencia a hombres comunes y corrientes a quienes les ha encargado el privilegio de cuidar y apacentar su rebaño a aquellos hijos suyos que él ha salvado por su gracia.
La oración no es algo que aprendemos de nacimiento. De hecho, es algo que aprendemos en el camino y es algo que aprendemos de parte de Dios. Los discípulos aunque habían estado tiempo con el Señor Jesucristo, el Señor entendió que era necesario darles instrucciones específicas acerca de cómo orar. Porque aunque es un ejercicio espontáneo, necesitamos hacerlo de la manera correcta.
Dios es un Dios santo en toda Su Majestad. La Biblia dice que de hecho él es santo, santo, santo y él es santo como nadie más lo es. Sin embargo, él desea que nosotros, su pueblo también seamos como él.