Sabiduría ilimitada
¿Eres conocido por ofrecer sabiduría piadosa? La buena reputación de José se basó firmemente en la obra de Dios en él y a través de él, independientemente del desafío o las circunstancias que enfrentó.
¿Eres conocido por ofrecer sabiduría piadosa? La buena reputación de José se basó firmemente en la obra de Dios en él y a través de él, independientemente del desafío o las circunstancias que enfrentó.
¿Sabes para quién te ha creado Dios? Para liderar bien a los demás, debemos liderarnos bien a nosotros mismos. Esto comienza con humillarnos ante Dios.
¿Por qué eres conocido? Los que estaban alrededor de José, fueran o no seguidores de Dios, reconocieron que Dios estaba obrando a través de él. Sus palabras tenían un tono de verdad que les hizo reconocer el poder de Dios.
Transformarnos para ser como Jesús es la obra del Espíritu. Humillarnos y estar abiertos a Su obra en nosotros es nuestra parte del proceso de transformación. Los hábitos espirituales como la soledad, pasar tiempo en las Escrituras y la oración nos colocan en Su presencia para que Él pueda hablar a nuestros corazones y mentes. Él es fiel para hacer Su parte. ¿Estás haciendo fielmente tu parte?
¿Los ojos de quién están puestos en ti, observando tus actitudes y acciones? ¿De quién son los oídos que escuchan tus palabras y el tono de tu voz? Gran parte de nuestra influencia ocurre en los momentos intermedios, en las pequeñas cosas de la vida, sin que intentemos modelar la diferencia que Jesús está haciendo en nuestras vidas.
¿Cómo mides tu nivel de humildad sin volverte orgulloso? ¿Cómo reconoces el crecimiento de la humildad en tu vida?
Como tantos hombres y mujeres de fe, José sabía que sus habilidades provenían de Dios. Se apresuró a confesar sus propias limitaciones. Cuando otros pidieron ayuda, él se apresuró a señalarles el poder de Dios. ¿Quién buscará tu ayuda hoy? ¿Cómo puedes señalarlos a Dios?
Todos nosotros necesitamos ser corregidos a veces. Si los aceptamos, la corrección, la redirección y el consejo son herramientas que pueden ayudarnos a crecer y cambiar. Nuestra actitud hacia la corrección hace toda la diferencia.
Todo el deseo de Jesús era agradar a su Padre. Pase lo que pase, Sus ojos estaban puestos en Su Padre. Quería ver sonreír a Su Padre, complacer a Su Padre, escuchar el "¡Bien hecho!" de Su Padre.