Devocional 1 Timoteo 1:3-7

Como te rogué al partir para Macedonia que te quedaras en Éfeso para que instruyeras a algunos que no enseñaran doctrinas extrañas, ni prestaran atención a mitos y genealogías interminables, lo que da lugar a discusiones inútiles en vez de hacer avanzar  el plan de Dios que es por fe, así te encargo ahora. Pero el propósito de nuestra instrucción es el amor nacido de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe sincera. Pues algunos, desviándose de estas cosas, se han apartado hacia una vana palabrería, queriendo ser maestros de la ley, aunque no entienden lo que dicen ni las cosas acerca de las cuales hacen declaraciones categóricas.

(1Timoteo 1:3-7)

La iglesia, desde sus comienzos, ha luchado contra los falsos maestros. Probablemente Pablo comenzó a tratar con ese problema en Éfeso y dejó la misma instrucción a Timoteo, de continuar cuidando al pueblo del Señor de aquellos que enseñaban doctrinas extrañas, mitos, genealogías.

No sabemos a ciencia cierta qué eran estas enseñanzas, pero si hay algo central en todas ellas. Nos apartan de lo importante, nos desvían de Jesús y su cruz. Pablo predicaba a Cristo crucificado, porque la cruz es el Centro del Evangelio. Cualquier enseñanza que nos aleje de ella, o nos distraiga, es riesgosa. Timoteo, al corregir y reprender a los que intentan proclamar estas cosas, está cuidándose a si mismo, a la iglesia e incluso a estos insensatos.

La instrucción que nace del amor de un corazón puro, de una buena conciencia y una fe sincera es la que edifica y hace crecer. Quienes la transmiten no apuntan a sí mismos y su orgullo, no tienen como objetivo hacer crecer su reputación, no tratan de generar asombro y confusión. Nos llevan a Jesús.

Perder de vista lo verdaderamente valioso es el peligro, es lo que nos hace insensatos e ignorantes.

¡Qué Dios nos ayude a mirar a Jesús y nos dé un corazón puro, una fe sincera, una Buena conciencia!

Dios te bendiga!!!