¿Qué se esconde detrás de la amargura?

“Pero viendo Raquel que ella no daba hijos a Jacob, tuvo celos de su hermana, y dijo a Jacob: «Dame hijos, o si no, me muero».”

Génesis 30:1 NBLA

¿Qué se esconde detrás de la amargura por no tener lo que deseemos? Te sorprendería saber que es más de lo que imaginamos, pero ese es un rincón en el que no escarbamos con la frecuencia necesaria.

Raquel, la mujer amada de Jacob tenía el corazón cargado de una profunda amargura. Podemos decir que era una amargura mortal, era algo como lo que llamaríamos hoy: depresión.

La razón era que su hermana quien también era esposa de Jacob, algo tolerable en la cultura de la época, había tenido muchos hijos, pero ella todavía no podía engendrar el primero, así que movida por esa amargura le hace un reclamo a Jacob que sonaba a una amenaza: dame hijos o me muero.

Y no es que ella estuviera pensando literalmente en quitarse la vida, no podemos inferir eso del pasaje, pero de lo que si podemos estar seguros es que ella había anclado su gozo y su felicidad a algo que no podía tener y eso estaba acabando con su alma.

Raquel no solo tenía su corazón lleno de envidia sino de frustración y le reclamaba a su marido algo que no dependía de él. Ser una mujer sin hijos en aquella época era un motivo de gran afrenta, pero la identidad de Raquel estaba anclada en arena, no en un lugar seguro.

Eso es lo que sucede cuando ligamos nuestra vida a lo que creemos que merecemos o necesitamos obtener para ser felices; nos llenamos de amargura cuando no lo tenemos.

El Señor nos anima a poner la mirada en las cosas de arriba. Todo lo que nosotros obtengamos aquí un día va a perecer, pero lo que anclamos al Señor permanecerá para siempre.

Puede que la razón de tu falta de gozo sea una casa que no tienes, un trabajo que no sale, un hijo que no ha nacido o un matrimonio que todavía no se ve a la vista, pero no pongas tu identidad allí, eso es una arena movediza. Confía en el Señor y en su tiempo él hará y si no lo ves de este lado del cielo, en la eternidad no lo necesitarás porque el Señor llenará todo vacío.

Así qué, abraza al Señor. Él es suficiente para nosotros.