Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía
Daniel 1:8
Mantenerse puro y apartado del pecado no es un proceso automático. Involucra nuestro compromiso y disposición de abandonar los malos hábitos de nuestra vida y abrazar los que son conforme a la voluntad de Dios.
Daniel, quien había sido llevado a Babilonia como cautivo ahora está siendo presionado para comer y beber cosas que no le eran permitidas por la ley de su Dios, y es ante tal presión que Daniel resuelve, unilateralmente, no contaminarse con dichos alimentos.
A veces somos demasiado indulgentes con el pecado y nos cuesta poner nuestro empeño en no pecar. Es cierto que el Espíritu Santo nos ayuda en nuestras debilidades y es al fin al cabo quien nos santifica, pero hay algo de nuestra parte: la decisión radical de no hacer lo que a Dios no le agrada y alejarnos cuanto más lejos podamos.
Resolver agradar a Dios implica privarnos de cosas qué tal vez para otros no sean pecaminosas o malas en sí. Implica mantenernos lejos de las fronteras del pecado. Implica en palabras de Jesús, cortar la mano si nos hace caer, sacar el ojo si nos hace caer (Mt 5:30).
Mantenernos alejados del pecado implica renuncia, un deseo ferviente y una convicción profunda de la necesidad de agradar a Dios y de la insatisfacción que el pecado produce una vez encontramos que no cumple las expectativas que nosotros teníamos.
Dios nos llama a vivir una vida pura, a vivir para su Gloria, a vivir lejos del pecado; Él nos ayuda y nosotros trabajamos también en ese proceso, nunca lo olvidemos.
Pastor y plantador de iglesias en Santa Marta, Colombia, es Licenciado en Artes y Estudios Teológicos del Miami International Seminary (MINTS). Sirve como Director Editorial de Soldados de Jesucristo y como director de la fundación de Estudios Bíblicos Alfa y Omega. Jacobis además es miembro fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano. Está casado con Keila y es padre De Santiago y Jacobo.