Respondiendo con Sabiduría ante la tentación

“Pero él rehusó y dijo a la mujer de su amo: «Estando yo aquí, mi amo no se preocupa de nada en la casa, y ha puesto en mi mano todo lo que posee. No hay nadie más grande que yo en esta casa, y nada me ha rehusado excepto a usted, pues es su mujer. ¿Cómo entonces podría yo hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?».”

Génesis 39:8-9 NBLA

¿Cómo respondes cuando estás frente a una tentación? ¿Qué es lo que hace que no caigas en ella? ¿Qué es lo que te motiva a ser fiel?  Estas preguntas van al corazón, a lo que hay dentro y no solo a los motivos externos. Es el tipo de preguntas que debemos hacernos para enfrentar correctamente las tentaciones y José en esto de nuevo es un gran ejemplo para nosotros.

Luego de que la esposa de su amo le ofreciera su cuerpo para acostarse con él; la respuesta de José, un joven adentrado apenas en sus veinte, fue con la madurez que caracteriza a alguien con una vida completa de buenas y malas experiencias, pero ¿qué fue lo que hizo la diferencia?

Bueno, notemos en la respuesta de José que él mostró un gran sentido de lealtad. Sabía que su amo había confiado en él sin reservas y había puesto en el toda su confianza, la administración de todas las cosas estaban en su mano.

Lo segundo que vemos es que José entendía muy bien cuáles eran sus límites y las restricciones que tenía. Él sabía que tomar a la mujer de su amo era lo único que estaba prohibido y estaba resuelto a no cruzar esa línea.

Pero, sobre todo, José sabía que violar la lealtad a su jefe o tomar lo que era prohibido era un pecado principalmente contra Dios.

Realmente es el temor a Dios lo que debe apartarme del pecado. Algunas personas viven vidas muy morales solo por guardar su reputación o por no pasar un mal rato, pero lo que hace la diferencia con un hijo de Dios es que este último se abstiene del pecado porque sabe que eso ofende a su Dios.

Que Dios nos de la lealtad, el dominio propio, pero sobre todo el temor reverente hacia Dios que caracterizó la vida de José.

Podemos resistir a las tentaciones de esta manera porque Cristo, quien venció toda tentación nos capacita y nos prepara para esto. Acudamos a él.