Enséñanos a hacer tu voluntad

Enséñame a hacer Tu voluntad, Porque Tú eres mi Dios; Tu buen Espíritu me guíe a tierra firme.

Salmo 143:10 NBLA

En la navegación, tanto antigua como moderna, existen ciertos elementos y condiciones que deben tenerse en cuenta para garantizar un óptimo viaje, clima, rutas, brújulas, mapas, cartas de navegación, localizadores, etc. Sin embargo esto no garantiza ni un buen viaje, ni la llegada al destino.

No obstante en la vida también necesitamos directrices que nos guien por dónde deberíamos andar, algo a lo que podamos calibrarnos para saber si estamos ajustados a ello.

Es la voluntad de Dios tanto las condiciones como los elementos que guían nuestras vidas, por un lado, la voluntad de Dios siempre se cumple, al fin y al cabo Él es soberano y obra sabiamente como quiere, por otro lado la voluntad de Dios tambien se refiere a ese deseo que Él ha consignado en Su Palabra para que nosotros nos sometemos a ella.

Es a esa voluntad a la que apela el salmista David aquí, él pide al Señor que le enseñe a someterse a ella, a obedecerla y a cumplirla, que al ser su Dios, él sabe que debe someterse a lo que este quiere.

Toda embarcación en el océano sabe que algún día debe llegar a su destino, a puerto seguro, así mismo nosotros anhelamos hacerlo y es su Espíritu quien nos conduce a ello, es Él quien nos puede llevar a tierra firme, es Él quien garantiza que a pesar de tantas tormentas, embestidas, y demás dificultades que acontezcan en nuestro navegar podamos ser sostenidos hasta el final.

Nos conviene a nosotros hacer su voluntad, nos conviene a nosotros dejarlo a Él que conduzca nuestra embarcación, nos conviene confiar en Él.