La evidencia de la verdadera religión

“La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo.”

Santiago 1:27 NBLA

Una fe sin obras tiene la utilidad de un árbol que no da fruto. Podrá usarse para decorar algunos rincones y proveer algo de sombra, pero no para lo más importante, alimentar y sustentar la vida.

La biblia establece de manera clara que la salvación es por la fe en Cristo solamente, que nadie es salvo por sus propias obras, porque de ser así se requeriría que fuéramos perfecto lo cual es imposible, así que el camino que nos resta es confiar en que alguien que si pueda hacerlo nos salve y recibir esa salvación por fe; sin embargo, aunque nosotros no somos salvos por las obras, estas si deben hacer evidente que hemos sido salvados.

En otras palabras, no somos salvos por obras, pero si somos salvos para obrar. Esta es la tesis de Santiago en todo su libro. No podemos vivir solo de una profesión de fe. La verdadera confianza debe reflejarse en la manera en que vivimos especialmente en la que servimos al prójimo.

Cuando alguien ha sido salvado por la gracia de Dios es movido por la misericordia que ha alzado a amar y servir a otros, especialmente aquellos que padecen necesidades. Podemos ponerle todas las arandelas que queramos a la religión, pero al final si no estamos amando y sirviendo, no estamos haciendo nada.

Pero la salvación también implica vivir apartados del mundo, no en el sentido de no relacionarnos en lo absoluto con lo qué hay aquí, sino más bien en el sentido de no adoptar su sistema de valores o su manera de ver la vida.

Dios nos ha dado un llamado y debemos llevarlo a cabo en la medida que amamos y servimos a otros y guardamos fidelidad a Dios de cualquiera cosa que pudiera apartarnos de él.

Vive tu fe hoy. Sirve, ama y guárdate sin mancha del mundo.