Avergonzados del Evangelio

Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

(Mt 10:32)

Vemos a diario en la televisión o la prensa, personas que pierden sus vidas por defender su equipo de fútbol favorito. Otros, un poco mas recatados, defienden a sus seguidores políticos como el máximo líder de una religión. Pero ¿con cuánta frecuencia vemos personas proclamar públicamente su fe ? Sospecho que cuando eso pasa, hasta a los mismos cristianos asombra.

Esta generación está, en términos generales, caracterizada por avergonzarse del Evangelio. Es cierto que en países donde la persecución es seria, muchos hombres y mujeres mueren a diario por causa de Cristo, pero la gran mayoría, desde una zona de confort observa expectante.

Anunciar a Cristo siempre va a ocasionar incomodidades y rechazo en un mundo caído. Los cristianos de hoy pueden fácilmente protestar contra el calentamiento global, o contra la matanza de ballenas en Asia, y esto no tiene nada de malo, pero cuando no se muestra esa misma actitud para proclamar a Cristo, entonces hay un gran problema.

Tenemos un Evangelio poderoso. Lo único que puede traer a un hombre muerto a la vida. No tenemos razones para avergonzarnos. Aún cuando el Evangelio parezca vil, poco atractivo intelectualmente, poco interesante para los sabios de este mundo, es por medio de su mensaje, de Cristo y de este crucificado, que a Dios le ha placido salvar.

Tenemos también una promesa para quien no se avergüenza del Evangelio: el Señor le reconocerá delante de sus ángeles el día final. Pero también una advertencia para quienes no reconozcan a Cristo delante de los hombres: el Señor tampoco se acordará de ellos. ¡Levantate tú que duermes!