Corriendo con un corazón nuevo

“Noé comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña. Bebió el vino y se embriagó, y se desnudó en medio de su tienda.”

Génesis 9:20-21 NBLA

Dicen que no importa cómo empezamos una carrera o la corremos sino cómo la terminamos.  Esta es la clásica historia de uno que comenzó corriendo con todas sus fuerzas, pero confiado tomó otro camino y se desvió de la meta.

Solo un par de capítulos antes habíamos leído que Noé había hallado Gracia ante los ojos de Dios. El Señor lo libro del juicio como la única familia para repoblar la tierra, Dios hizo un pacto con él, recibió sus sacrificios, pero Noé plantó un viñedo, hizo vino y se embriagó hasta quedar desnudo en su propia tienda. Noe había pasado de la honra a la vergüenza.

Dios había enviado el diluvio con el propósito de erradicar la maldad; pero esto es una evidencia de que la maldad va más allá de un sistema o una cultura, es algo arraigado al corazón humano. Esta familia de Noé era la prueba de que el diluvio había ahogado todo lugar donde el pecado podía desarrollarse, pero no había llegado el agua a sus corazones para ahogar la naturaleza caída que les gobernaba.

Algunas personas piensan qué tal vez si dan un cambio a sus vidas, un retoque aquí o allá, tal vez cambiarse barrio o ciudad o irse del país, entonces podrán encontrar las formas de librarse de la maldad que los asedia. Algunos padres mandan a sus hijos a estudiar lejos para que no crezcan rodeados de un entorno de maldad; pero nada puede librar al hombre de eso por la sencilla razón de que ese mal va en la maleta de su corazón a donde quiera que vaya.

Es entonces necesario que haya un cambio más profundo y eso es lo que el Evangelio promete, un cambio en el corazón, en nuestras inclinaciones o afectos. Los vuelve del pecado y los dirige hacia Dios.

Así que, si queremos terminar la carrera, necesitamos correr con un corazón nuevo y eso solo puede hacerlo nuestra fe en Jesús y el arrepentimiento de nuestros pecados ¿qué esperas?