La grandeza de Jesús
Escrito por Sebastian Winkler el 04/12/2022
Lectura: Lucas 9:37-45 (LBLA)
Y aconteció que al día siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud le salió al encuentro. Y he aquí, un hombre de la multitud gritó, diciendo: Maestro, te suplico que veas a mi hijo, pues es el único que tengo, y sucede que un espíritu se apodera de él, y de repente da gritos, y el espíritu le hace caer con convulsiones, echando espumarajos; y magullándole, a duras penas se aparta de él. Entonces rogué a tus discípulos que lo echaran fuera, y no pudieron. Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros y os he de soportar? Trae acá a tu hijo. Cuando este se acercaba, el demonio lo derribó y lo hizo caer con convulsiones. Pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. Y todos estaban admirados de la grandeza de Dios. Mientras todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: Haced que estas palabras penetren en vuestros oídos, porque el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían estas palabras, y les estaban veladas para que no las comprendieran; y temían preguntarle acerca de ellas. www.lbla.com
Justo después de descender del Monte de la transfiguración Jesús y sus discípulos se encuentran con una escena rayando en lo caótico.
Un joven poseído por un demonio y los discípulos que no pueden liberarlo. Nadie sabe qué hacer o cómo reaccionar.
El Señor reprende al demonio, y libera al joven de su sufrimiento.
Podríamos meditar en muchos aspectos de este pasaje, pero te invito a hacerlo en uno que me resulta particularmente significativo.
El contraste entre la reacción de la gente y las palabras de Jesús.
Mientras la multitud se asombra y maravilla por el milagro que acaban de ver. Mientras ellos ven la grandeza de Dios en semejante liberación.
Sus ojos y corazones aún no alcanzan a ver la verdadera grandeza.
Esa grandeza está en el anuncio de Jesús.
Él les pide que estas palabras penetren sus oídos.
El Hijo del Hombre vino a mostrar su grandeza de una manera inimaginable.
Sufriendo por nosotros, entregándose por nosotros, convirtiéndose en un sacrificio, por amor a nosotros.
Esa es la muestra más gloriosa de la grandeza de Dios
PARA PENSAR: ¿Meditamos cada día en la grandeza del Evangelio? ¿O nos quedamos con una visión corta de la grandeza de Dios, enfocándonos en cuestiones secundarias?