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En Gracia y Sabiduría

¿Un paréntesis?

todayabril 4, 2022 58

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Lectura: Lucas 8:43-48 (LBLA)

Y una mujer que había tenido un flujo de sangre por doce años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía y no podía ser curada por nadie, se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de su manto, y al instante cesó el flujo de su sangre. Y Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Mientras todos lo negaban, Pedro dijo, y los que con él estaban: Maestro, las multitudes te aprietan y te oprimen. Pero Jesús dijo: Alguien me tocó, porque me di cuenta que de mí había salido poder. Al ver la mujer que ella no había pasado inadvertida, se acercó temblando, y cayendo delante de Él, declaró en presencia de todo el pueblo la razón por la cual le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz. www.lbla.com

El milagro de la mujer que padecía del flujo de sangre es un hecho que nunca deja de conmoverme. El evento está en medio de otra historia, la de Jairo y su hija, en la cual experimentamos el poder de Jesús como Señor aún sobre la misma muerte. Como si fuera un paréntesis, una nota al margen. Pero nunca es así con Jesús.

La enfermedad que tenía la mujer era incurable, y hasta la había llevado a la bancarrota económica. No solo eso sino que también, por la naturaleza de su enfermedad, era considerada impura ritualmente (no podía tocar a nadie, no podía asistir a la sinagoga, por ejemplo).

Eso nos ayuda a entender la desesperación de esta mujer, que se arriesga a ser rechazada e incluso agredida por abrirse paso para tocar a Jesús. ¿Puede este hombre lograr lo que otros no han podido?

Y ella se acerca, por detrás, apenas puede tocar el borde del manto de Jesús. ¿Se lo impide la multitud? ¿No se anima a causa de su impureza? Pero para Jesús ella no pasa inadvertida. Y su vida cambia.

Es natural el temor, cuando Jesús pregunta quién lo ha tocado. Y sin embargo se anima a hablar delante de todo el pueblo, y entonces escucha ahora las palabras del Señor.

Hiciste lo correcto, me buscaste a mí, pusiste tu fe en mí. Ve en paz.

PARA PENSAR: No hay nadie más a quien nosotros podamos mirar con esperanza. Vale la pena buscar y seguir a este Jesús, solo conocerlo a Él es lo verdaderamente importante, todo lo demás cobra verdadero sentido si Él está primero. ¡Dios te bendiga!

 

 

Sebastian Winkler (213)

Sebastián Winkler. Discípulo de Jesús, esposo de Karina y papá de Julia y Emilia. Profesor de Lengua y Literatura. Estudia la diplomatura en Biblia y Teología en el Instituo de Expositores de Argentina. Sirve en la Iglesia Bíblica Lincoln; colabora en Soldados de Jesucristo y es el autor del blog: engraciaysabiduria.com

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Escrito por Sebastian Winkler

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